por Vico Caballero
Como si despertáramos dentro de una pesadilla, en plena pandemia. Un hombre es asesinado por un policía, luego de ser detenido por intentar pagar en un restaurante con un billete falso. Los videos muestran que nunca intentó resistirse a la detención, por lo que someterlo y encajarle la rodilla hasta la asfixia, frente a los testigos que grabaron el momento en que queda inconsciente ha hecho explotar la indignación de las personas y han salido a incendiarlo todo…
El escenario, Estados Unidos. El fallecido, un afroamericano de 46 años de edad. El policía, un hombre blanco. Sin determinar si hubo intención en pagar propiamente con un billete falso, como si tuvieran la certeza de que no fue un error, en momentos de crisis, bocabajo, contra el piso, el hombre suplica por favor: No puedo respirar…
La comisaría de Minneapolis fue incendiada, decenas de establecimientos y cientos de vehículos fueron quebrados los cristales y grafiteados con consignas de repudio a la brutalidad policíaca y el racismo.
Antes de la pandemia y el confinamiento del mundo, teníamos activas y recientes las protestas por la violencia contra las mujeres en México, los chalecos amarillos en Francia, la burguesía de Hong Kong, las protestas contra los genocidas presidentes de Chile y Brasil. En Alemania había una creciente inconformidad que ya se hablaba de que se organizaban protestas en diversos sectores por la imposición de nuevos impuestos… y un larguísimo etcétera.
Paradójico, el país de la libertad, de nuevo logra irrumpir en la historia, por un lado su racismo medieval activa como por generación espontánea una protesta de magnitudes inimaginables, sobre todo en un momento de confinamiento generalizado, sobre todo de parte de la comunidad afroamericana, sobre todo, en una época en la que vivimos fingiendo que esas actitudes son cosas del pasado.
El policía ya está bajo investigación, incluso el mismo Trump, identificado como una persona de inocultable racismo ha publicado en su cuenta de Twiter un mensaje de apoyo y respaldo a la familia Floyd. No es casualidad que esté en campaña y que su peculiar respaldo hacia un acto de injusticia contra la comunidad afroamericana sea interpretado como un enjuague electoral, más que una convicción de indignación. El caso es que el policía sin duda habrá de pagar con el escarnio social, la cárcel será un infierno, por ser policía y por haber matado a un hombre esposado que no se resistía a su detención, que además no había cometido algo de una gravedad que implicara el exceso de violencia por parte de la autoridad.
Sin duda este acontecimiento sacará del letargo al mundo y las protestas volverán a levantar la cuarentena progresivamente, como el resto de las actividades, y qué bueno, porque el mundo ha girado siempre en virtud de los clamores populares, haciendo suyas las calles y la historia. La crisis sanitaria por la pandemia que aqueja al mundo será un factor más que habrá de jugar un rol importante en los análisis y las coyunturas que no fueron de ninguna manera resueltas o disueltas por un confinamiento mundial.
En la trillada cantaleta de que las crisis sacan lo mejor y lo peor de las personas, seguimos siendo testigos de esas dos realidades y esta, la de un hombre muriendo ante la cámara de un aparato telefónico es de niveles grotescos y deprimentes. Los mares resintiendo la presencia de guantes y cubrebocas, son sólo algunas de las verdades amargas que el coronavirus permitió exhibir. Una sociedad desinformada y manipulable por carroñeros de la política, un sistema económico diseñado para concentrar la riqueza y producir gente pobre, ignorante y que defienda su condición de esclavo. El reto pos pandemia será enorme en todos los ámbitos de la vida mundial. Nos toca decidir de qué lado vamos a empujar para recuperar la dignidad humana y el tener un lugar digno en la vida del planeta… y poder respirar.
Me mata leerte y ser testigo del horror… y al instante siguiente me inunda los pulmones una bocanada de aire puro al estar conciente de que existen personas como tú, y como todos los activistas sociales, defensores de los derechos humanos, quienes desde la pluma, la música, un libro o de plano en las calles expresan su inconformidad ante hechos de este calibre o peores, porque los hay, seres que seguirán luchando por un mundo mejor. Gracias Vico, hoy por tí, respiré mejor.
Me gustaMe gusta