¡Hay! San José, como me dueles

Ni los conjuros de tus poderosos Guamas

pudieron conservar tu estirpe.

 

Añuiti ahora es de color Rojo…

Ya no es esperanza de galeones, de Manila.

Ni resguardo de orgullosos Pericúes

ni aliento de Guerreros de bronce

¡No!, ahora escarlata, es la Aguada Segura.

 

¡Hay!  tierra de los Coras

ni tus raíces del desierto, de mezquite y palma

penetraron la salvaje inteligencia.

 

Hoy, el Estuardo se revuelve entre tripas

maldiciendo su generosa  empatía,

ante embates de su misma prole,

de su aliento y su linaje,

que envenenan, destruyen y lo olvidan.

 

¡Hay!, esencia Pericúe,

donde escondes tu blandir,

¿Dónde ocultas tu orgullo y tu alma?

 

El embrión que antes protegías

hoy es perro rabioso

y con sus fauces te desgarra

Y monstruosamente se revuelve

por venenos, dinero y tierra.